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Isabel Medina (CSIC): «Sin innovación no vamos a poder resolver retos como el abastecimiento de alimentos» | Personajes Agro

27/07/2023
Isabel Medina

Isabel Medina Menéndez es profesora de investigación en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (IIM-CSIC) y, entre 2017 y 2023, ocupó el cargo de Coordinadora Nacional del Área de Ciencia y Tecnología de los Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Doctora en Química por la Universidad de Santiago de Compostela, en 2016, su labor investigadora fue reconocida con el primer premio de la Real Academia Gallega de Ciencias (RAGC), de la que formaría parte cinco años después.

Isabel Medina ha formado parte de la elaboración de la colección de informes Ciencia para las Políticas Públicas publicada el pasado mes de junio por el CSIC. Una colección pensada para “el público y los agentes públicos que toman decisiones a nivel de la instalación de las políticas” y que trata, entre otros temas, retos actuales para el campo español.

Por este motivo, y en relación con la economía del medio rural y la producción agropecuaria sostenible, Cocampo la ha entrevistado como parte de su serie Personajes Agro.

PREGUNTA. Recientemente, habéis publicado desde el CSIC la colección de informes Ciencia para las Políticas Públicas, en la que abordáis retos del medio rural como los incendios, la sequía o la producción de alimentos. ¿En qué medida y de qué manera cree que la investigación puede contribuir a la elaboración de las políticas públicas para hacer frente a estos desafíos?

RESPUESTA. Los informes Ciencia para las Políticas Públicas son una herramienta mediante la cual la información que se genera a través de la investigación y de la ciencia se transmite a los agentes encargados de formular directrices políticas, con la intención de generar una serie de recomendaciones basadas en hechos concretos y en la evidencia científica.

Cualquier tipo de acción legislativa, independientemente del tema, en este caso concreto, los temas relacionados con la producción de alimentos, debe tener un cierto componente y base científica.

Aunque las políticas no se elaboran únicamente a través de la ciencia, el objetivo de este tipo de herramientas es ayudar a los responsables que toman las decisiones a evaluar con mayor precisión los beneficios o las posibles consecuencias de las diferentes posibilidades que tienen sobre la mesa.

En este caso, desde la ciencia y desde el conocimiento que tenemos y que generamos en el CSIC, tratamos de abordar retos muy actuales, como los incendios, la producción alimentaria o la nutrición saludable. Temas que, ahora mismo, están en el centro del debate de la opinión pública, así como de los gobiernos europeos y de otros países.

P. ¿Cómo pueden impactar este tipo de publicaciones científicas en la economía del campo?

R. Todos los informes que conforman la colección tienen un esquema común. En una primera parte, se presenta la temática y los retos a los que se enfrenta. En una segunda, se abordan las acciones que desde el CSIC ofrecemos para ayudar a resolver los retos.

En el caso concreto de la economía del campo, el informe “Producir alimentos sin agotar el planeta” que hemos producido desde el CSIC explica la crisis alimentaria actual con los factores que la han ocasionado y el impacto que está teniendo la producción alimentaria en nuestro planeta, y viceversa. Es decir, cómo los cambios que está sufriendo nuestro planeta desde el punto de vista medioambiental, climático y socioeconómico, afectan a la producción alimentaria y a toda la cadena productiva.

Esta problemática origina algunas de las líneas de innovación más destacadas que estamos abordando desde el CSIC, destinadas a resolver los desafíos relacionados con el abastecimiento de alimentos y el tipo de alimentación que somos capaces de hacer llegar al consumidor.

Por ejemplo, la ciencia ha demostrado que es posible diseñar o combinar prácticas agrícolas que sean capaces de preservar la calidad y las funciones óptimas de los suelos, a pequeña escala, aumentando la productividad evitando efectos negativos a nivel climático.



El reto está en demostrar estas posibilidades en una escala mucho mayor, en un entorno de agricultura extensiva o intensiva. El CSIC lidera los estudios en agrosistemas a gran escala, destinados a desarrollar esta agricultura extensiva o intensiva, pero con la característica de que sea sostenible.

Sostenibilidad en agricultura

P. Acabamos de hablar sobre la crisis alimentaria. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que la población mundial llegue a los 10.000 millones de personas para 2050, lo que derivaría en un aumento superior al 50% de la producción de alimentos. Desde su posición de investigadora, ¿qué recomendaciones sugiere para hacer frente al reto de la producción de alimentos desde la perspectiva de la agricultura sostenible?

R. Tenemos que hacer frente al reto de producir alimentos para una población en aumento, pero no podemos producir alimentos de cualquier manera. El desafío de la Unión Europea, y del resto de países, es llegar a producir suficientes alimentos y asegurar a la población mundial una alimentación que sea segura, saludable y sostenible. Podemos producir alimentos, pero si no somos capaces de garantizar la inocuidad a lo largo de la cadena y de proporcionar a la población una nutrición saludable, no estamos consiguiendo el objetivo.

Desde la perspectiva de la producción agrícola y ganadera, ambas dependen en gran medida de las condiciones medioambientales del momento. Ahora mismo tenemos un planeta que está cambiando. Es importante que el mantenimiento de la producción agraria y ganadera se base en la disponibilidad de las especies y en disponer de unos métodos de producción que puedan estar adaptados a los distintos agrosistemas. Desde esa perspectiva, va a ser imprescindible tener un fuerte componente de investigación y de desarrollo agrícola local.

Desde la perspectiva de la agricultura ecológica y sostenible, el reto que aborda la Unión Europea para el próximo 2030 es conseguir que la producción de alimentos pueda hacerse bajo una marca de sostenibilidad. Las compañías de estos sectores que sean capaces de ofertar una producción alimentaria sostenible contarán con una diferenciación, con una ventaja competitiva en relación al mercado y a la competencia.



Europa tiene la intención de convertirse en el ejemplo mundial de la producción sostenible de alimentos. Esto valorizará la reputación de las empresas productoras de alimentos, y creará una conexión muy cercana con unos consumidores cada vez más concienciados con la idea de que la alimentación tiene que ser saludable, segura y sostenible.

Desde el punto de vista de esa transición hacia sistemas alimentarios sostenibles, o sistemas agrícolas sostenibles en el caso de la agricultura, podría ser muy eficaz calcular el coste real de la producción de alimentos y un potencial reajuste de los incentivos fiscales que la beneficien, aspectos que ya se están contemplando a nivel de la Unión Europea.

P. Usted ha sido coordinadora del informe “Nutrición sostenible y saludable” de la colección. En él se trata la producción de alimentos en línea con las políticas europeas “De la Granja a la Mesa” del Pacto Verde Europeo. El sector agrario ha manifestado sus críticas o dudas a la implementación de esta estrategia. ¿Qué análisis hace de las mismas?

R. La estrategia plantea como objetivo esencial garantizar un medio de vida que sea sostenible para el productor primario, y que, a nivel de ingresos y beneficios, está en numerosos casos rezagado con respecto a otros sectores de producción.

Hay que tener presente que cuando hablamos de un sistema alimentario sostenible existen varios pilares de sostenibilidad. La sostenibilidad no es sólo producir alimentos de una manera sostenible para el medio ambiente y amigable climáticamente, también hay que garantizar la sostenibilidad socioeconómica. La producción de alimentos tiene que ser rentable para el productor primario, el procesador y la empresa que se dedica a la comercialización o a poner el alimento en el punto de venta comercial.

El gran reto es conseguir que la estrategia “De la Granja a la Mesa”, que engloba todos los puntos de la cadena, sea sostenible en todos sus eslabones. Esto es, desde la producción en origen, pasando por el procesado, transporte, llegada al punto de venta, hasta el consumidor final. En este sentido, la sostenibilidad económica es uno de los de los factores más críticos y fundamentales.

Un ejemplo de acción pública encaminada a la sostenibilidad agraria es la potenciación, por parte de la Unión Europea, del programa de los ecorregímenes agrarios, que lucha contra el cambio climático, impulsa una agricultura baja en carbono y tiene también una serie de iniciativas asociadas a mejores condiciones ambientales y sociales incluidas en la nueva Política Agraria Común (PAC).

Innovación en la sostenibilidad de la agricultura

P. ¿Qué papel juega la tecnología y la innovación en la transición y la implementación de una agricultura y ganadería sostenible?

R. La tecnología y la innovación juegan un papel fundamental para la sostenibilidad agrícola y ganadera. Sin investigación y sin innovación no vamos a ser capaces de resolver los retos relacionados con la producción y el abastecimiento de alimentos a una población con una tasa de crecimiento importante para los próximos 20-30 años.

También, tenemos que contar con el envejecimiento de la población, que va a requerir de una serie de acciones preventivas en relación con la alimentación, destinadas a alcanzar una nutrición saludable que garantice un envejecimiento también saludable.

La investigación y la innovación son pilares fundamentales para agilizar esta transición hacia la producción de alimentos sostenibles desde un punto de vista ambiental, social y económico.

Además de que la Comisión Europea está trabajando y seguirá trabajando con todos los Estados miembros para reforzar la función de la investigación y de la innovación a la hora de elaborar recomendaciones científicas, podríamos hablar, de forma muy concreta, de tres o cuatro aspectos que son fundamentales en la innovación que hacemos desde el CSIC.



Para garantizar la transición a un sistema de producción sostenible, saludable y seguro es fundamental conservar la biodiversidad. Tenemos que ser capaces de preservar todas las especies y la salud del suelo y su funcionalidad. Esto va a ser fundamental para identificar prácticas agrícolas y ganaderas innovadoras.

Necesitamos infraestructuras que puedan predecir situaciones complejas, esto es, que funcionen como alertas tempranas de riesgos naturales que integren la teledetección y la modelización matemática. Asimismo, infraestructuras que permitan sistemas de riego más eficientes y nuevos métodos de depuración del agua.

La mejora genética va a ser fundamental para aumentar la resistencia de los cultivos al cambio climático y para aprovechar los recursos vegetales y animales. En este sentido, el CSIC trabaja con nuevos enfoques que proporcionan tanto la biotecnología como la mejora genética, promoviendo la explotación de la variedad genética local no explorada que tenemos en España, y la búsqueda de nuevos cultivos más resistentes a la sequía y al estrés hídrico.

Por último, necesitamos aplicar tecnologías ómicas de alto rendimiento, como la genómica, la transcriptómica, la metabolómica o la proteómica, que apoyadas por la investigación en bioinformática o con herramientas como la biología de sistemas y la biología sintética van a contribuir a desarrollar cultivos innovadores que produzcan alimentos y piensos a la carta, que son los que ahora mismo demandan la agricultura y las compañías productoras.

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Autor
  • Emma Oporto

    Periodista y redactora en Cocampo, es experta en compraventa de fincas rústicas, hipotecas y desarrollo rural.

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