Carmen Quintanilla, presidenta nacional de AFAMMER: “Los medios son fundamentales como nexo de conexión entre el movimiento asociativo y la sociedad” | Personajes Agro
Carmen Quintanilla Barba (Ciudad Real, 1954) es pionera en visibilizar a la mujer en el medio rural. En 1982, fundó la Asociación de Familias y Mujeres del Mundo Rural (AFAMMER), con el objetivo de llevar la voz de las mujeres rurales a “toda la comunidad nacional e internacional”.
De 2011 a 2015 fue presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso de los Diputados. En el ámbito internacional, ha sido vicepresidenta de la Comisión de Igualdad y no Discriminación del Consejo de Europa y miembro del Consejo Consultivo de Naciones Unidas.
Recibió la Medalla de Honor de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 2017 y el Premio a la Solidaridad Civil del Consejo Económico y Social de la Unión Europea en 2020.
La asociación que preside Carmen Quintanilla cumple 40 años, por los que se siente “orgullosa” y da las gracias a las más de 195.000 mujeres que siguen su organización: “Gracias a ellas hemos crecido y hemos conseguido grandes retos en la sociedad”. Con motivo de su aniversario, Cocampo habla con ella como parte de la serie Personajes Agro.
PREGUNTA. Este año se celebra el 40 aniversario de la Asociación de Familias y Mujeres del Mundo Rural (AFAMMER). ¿Cómo ha evolucionado el movimiento asociativo de las mujeres rurales desde entonces?
RESPUESTA. El movimiento asociativo en España se ha desarrollado con mucha fuerza. En el año 82, nacimos nosotras, y después han nacido cinco asociaciones más de mujeres rurales. Unas de familias rurales y otras solo de mujeres rurales. Estamos hablando de que el movimiento asociativo se ha vertebrado con mucha fuerza en España. También es verdad que este movimiento asociativo está teniendo fuerza de acuerdo con los años de constitución. No podemos olvidar que la organización veterana que ha liderado el movimiento asociativo de mujeres rurales en España es AFAMMER. Pero, también, en la comunidad internacional, teniendo status consultivo en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas y en otros organismos internacionales con voz y con voto. Eso la convierte en un referente nacional e internacional.
P. Usted ha sido presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso de los Diputados y vicepresidenta de la Comisión de Igualdad y no Discriminación del Consejo de Europa. ¿Qué influencia tienen las asociaciones en las instituciones españolas y europeas?
R. Creo que tienen un poder relativo, porque efectivamente cuando se debate una ley o una iniciativa parlamentaria en la que se quiere oír la voz de la sociedad, indiscutiblemente, se cuenta con el movimiento asociativo. Luego, hay que mover muchas veces el debate político. Es decir, la fuerza del movimiento asociativo es la fuerza de la voz de los ciudadanos, por lo que, en ocasiones, se cuenta con el movimiento asociativo para un debate parlamentario en concreto, pero luego no se mima ese movimiento asociativo y no se le cuida. Al final son los que mueven las conciencias de los políticos y los que hacen posible que la sociedad avance.
Nosotras, afortunadamente, a lo largo de estos cuarenta años hemos sido una organización reconocida, pero, muchas veces el movimiento asociativo se queja de que su voz no tiene mayor presencia en las instituciones.
Por ejemplo, veo que se cuenta mucho con las organizaciones profesionales agrícolas o agrarias, con las organizaciones empresariales y, sin embargo, el movimiento asociativo como representación institucional, como somos las mujeres rurales, no tiene esa representación institucional que se merece. AFAMMER forma parte del Consejo nacional de Participación de la Mujer, del Observatorio de Igualdad de RTVE, del Foro Social contra la Trata, de distintos organismos nacionales y también internacionales.
Como presidenta de la Comisión de Igualdad y vicepresidenta de la Comisión de Igualdad y no Discriminación del Consejo de Europa impregné las instituciones en las que estuve la importancia de las mujeres rurales. Como tenía una gran conciencia de la voz de la sociedad, he llevado la voz de las mujeres rurales al ámbito parlamentario nacional e internacional. El segundo informe que se hace en el Consejo de Europa sobre la mujer rural en Europa lo hago yo como vicepresidenta de la Comisión de Igualdad. También, fui la ponente de la Ley de Titularidad Compartida. Cada vez que hablaba en sede parlamentaria en España, se hablaba de mujeres rurales. El programa de promoción de la mujer rural, que hoy desarrolla el Ministerio de Agricultura, fue una enmienda mía en los Presupuestos Generales del Estado. Luche por la voz de las mujeres rurales en las instituciones donde estuve, y lo sigo haciendo ahora. Impregné la conciencia social que tenía que tener la sociedad para apostar por las mujeres rurales como pieza clave del futuro de nuestros pueblos.
P. Como ha comentado, usted propuso la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias en el Congreso. ¿Qué ha supuesto la ley para las mujeres en el mundo rural?
R. Es una ley que levantó muchas expectativas, porque reconoce derechos a las mujeres colaboradoras en las explotaciones agrarias por primera vez. Cuando hablo de mujeres colaboradoras en las explotaciones agrarias, hablo de la pareja del titular, esposo o esposa, de la explotación.
«Somos el primer país referente en tener una ley de titularidad compartida que no tienen otros países.»
— Carmen Quintanilla, presidenta nacional de AFAMMER
La ley, primero, crea un registro de titularidad compartida en las explotaciones agrarias y, a partir de ese registro en el que se dan de alta las mujeres en el Régimen de Autónomo de la Seguridad Social, les crea derechos laborales. Por ejemplo, una incapacidad laboral transitoria, un derecho a la jubilación o el permiso de maternidad. Es decir, crea derechos laborales, civiles, fiscales… En el caso de los derechos civiles, como cobrar la política agraria comunitaria, un 50% mujeres y un 50% hombres. La mujer también produce esa explotación, no es titular, pero produce.
Pensábamos que entre unas 80.000 o 100.000 mujeres podrían haber tenido esa posibilidad de darse de alta en la titularidad compartida. Desgraciadamente, por una serie de razones, no ha tenido esa visibilidad. Estamos hablando de alrededor de 1.043 mujeres que son cotitulares en las explotaciones agrarias. ¿Por qué? Primero, porque le faltó impulso político a la ley y, segundo, porque tenemos que cambiar todavía mentalidades. En muchas ocasiones, algunos titulares de explotaciones agrarias están equivocados al creer que la ley les va a quitar las tierras. Lo que da la ley es la posibilidad de compartir la titularidad en el sentido de tener el mismo derecho a la subvención por la producción, a hacer la declaración de la renta por separado o a tener derecho a pensión. Eso es lo que hace la ley de titularidad compartida. Por otra parte, nació en un momento de crisis económica, como es el 2011. La situación de esa crisis económica menoscabó la posibilidad de darse de alta en el registro de titularidad compartida.
Por lo tanto, no ha tenido la respuesta que nosotras esperamos, y seguimos creando conciencia a todos los niveles para que las mujeres entiendan que tienen que darse de alta en la ley de titularidad compartida para tener derechos. Seguimos apostando por ella, porque, además, nace de un mandato de la propia Unión Europea, de una directiva comunitaria que AFAMMER luchó mucho porque se legislara en el ámbito comunitario, y esa directiva comunitaria se traspuso en España. Somos el primer país referente en tener una ley de titularidad compartida que no tienen otros países.
P. Desde su posición, ¿qué aspectos cree que pueden animar a las mujeres agricultoras a acogerse a la ley?
R. Primero, establecer subvenciones, establecer bonificaciones en la cotización a la seguridad social. Hay bonificación a la cotización a la seguridad social, pero está limitada a una serie de años y a partir de unos años. Y, luego, establecer algún tipo de beneficio fiscal cuando tienes titularidad compartida en la explotación agraria. Creo que por ahí podríamos abrir una puerta, donde podrían tener la oportunidad de darse de alta.
P. ¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrentan las mujeres rurales?
R. Tenemos grandes desafíos. En primer lugar, romper la brecha digital, que es una brecha digital de hasta 8 a 10 puntos con respecto a las competencias digitales de las mujeres del medio urbano, y también de los propios hombres. Si en estos momentos no somos capaces de llevar esa formación en nuevas tecnologías al último rincón de España, ya que las únicas capacitadas para poder hacerlo somos las organizaciones no gubernamentales, estamos convirtiendo a las mujeres rurales en las analfabetas del siglo XXI. AFAMMER ya lo está haciendo en distintas comunidades autónomas, como Madrid y Extremadura. Hoy el que no sepa pedir el número de la consulta médica, hacer la declaración de la renta o pedir la Política Agraria Comunitaria online, como se ha digitalizado todo menos la vida de la gente, está expuesta a una inseguridad jurídica, que le lleva a ser el analfabeto del siglo XXI. Igual que el que no sabía leer y escribir a principios del siglo XX era un analfabeto. Eso es un reto que tenemos en estos momentos.
«La cara del desempleo en España tiene rostro femenino.»
— Carmen Quintanilla, presidenta nacional de AFAMMER
El siguiente reto es luchar contra la discriminación que sufren las mujeres a pesar de su gran formación. El porcentaje de mujeres rurales con estudios superiores es del 22,8% frente al 15,6% de los hombres. Si esas mujeres tuvieran hoy un puesto de trabajo no se marcharían del mundo rural. 2 de cada 3 personas que abandonan el mundo rural son mujeres. Por lo tanto, tenemos que hacer todo lo posible para que se queden, porque el éxodo rural es producto de la falta de oportunidades y de perspectivas de una baja calidad de vida de los jóvenes. En la mayoría de los casos, no tienen más remedio que abandonar su territorio en búsqueda de un proyecto de vida acorde con sus intereses y que sea capaz de ofrecerles oportunidades reales. Si esas oportunidades de empleo estuvieran en el medio rural, indiscutiblemente no se marcharían. Hoy, la cara del desempleo en España tiene rostro femenino.
A la brecha digital, se suman, entonces, la brecha salarial y la brecha en el empleo. Ahora, estamos teniendo un relevo generacional más fuerte, porque ya tenemos un 28% de explotaciones agrarias en las que son titulares las mujeres. Estamos ahí intentando que esa feminización del campo también se dé. Pero estamos ante ese reto. Y, bueno, también el reto demográfico, que no afecta solamente al mundo rural. Afecta también a toda la sociedad española, porque hay 1.000 pueblos en España que no tienen un solo niño de 0 a 4 años.
Comunicación para la visibilización de las mujeres rurales
P. ¿Qué papel juega la comunicación para poner en valor a la mujer en el medio rural?
R. Fundamental. Desde el primer momento que nació AFAMMER en el año 1982 hemos sido capaces de llegar a cualquier hogar de España gracias a los medios de comunicación, que se han hecho eco de lo importante que es hablar de mujeres rurales. No ha habido un solo momento en el que yo haya hecho rueda de prensa, en el que haya comentado cualquier tema que afectara a las mujeres rurales, que los medios de comunicación no se hayan hecho eco. Y eso significa que la voz de las mujeres rurales de AFAMMER ha llegado al último rincón de cualquier hogar de España.
«Los medios de comunicación se han hecho eco de lo importante que es hablar de mujeres rurales.»
— Carmen Quintanilla, presidenta nacional de AFAMMER
Los medios sois fundamentales a la hora de establecer ese nexo de conexión entre el movimiento asociativo y la sociedad en general, pero también sois fundamentales para la consolidación de nuestra democracia y el derecho a las libertades.
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